En Serón, un pequeño pueblo de Almería, José Yélamos ha dejado su huella con una obra que no pasa desapercibida: una casa giratoria construida hace 30 años. Este albañil emigró en los años 60 a Cataluña en busca de trabajo, donde adquirió conocimientos que le permitirían cumplir un sueño único al regresar a su tierra natal.
José quería una casa diferente, “una casa como nadie la hubiera hecho antes”. Así diseñó una vivienda montada sobre un pilar central que le permite girar. Su construcción, fruto de su ingenio y experiencia, incluyó cimentaciones de hierro y cemento profundamente ancladas en el terreno rocoso, además de un techo diseñado para evitar la acumulación de nieve.
Hoy en día, la casa sigue en pie, girando gracias a una cuerda atada a su coche o tractor, aunque José sueña con instalarle un motor. “Es muy caro”, lamenta, pero esto no ha restado interés a su obra. Visitantes de todas partes, incluso de Alemania, se han acercado a admirar la casa. De hecho, un alemán le ofreció construir una réplica, pero José rechazó la propuesta por no querer alejarse de su hogar.
La vivienda no solo impresiona por su capacidad de girar, sino también por la experiencia que ofrece. "Un amigo se tomó una copa mientras la casa giraba, y al terminar estaba en otro lado sin haberse movido", cuenta entre risas.
Más que una excentricidad, la casa giratoria de José es un símbolo de imaginación y carácter. Diseñada para moverse al ritmo del sol o de la sombra, convierte lo cotidiano en algo verdaderamente único.