Hace muchos años que un amigo me dijo: ante una injusticia hay que reclamar siempre, y siempre por escrito porque las palabras se las lleva el viento.
Confieso que soy una persona que pago por no discutir. No me gusta nada y evito a toda costa meterme en conflictos. Para mí una retirada a tiempo es una victoria, aunque reconozco que es necesario luchar por los derechos que uno tiene y debe disfrutar como ciudadano.
Empezaré diciendo que creo firmemente en todos los Servicios Públicos de España, y muy especialmente en la Sanidad. La Sanidad Pública ha salvado la vida de mi hija en innumerables ocasiones a lo largo de sus 13 años de vida, 9 intervenciones quirúrgicas, meses y meses de hospital, y cientos de consultas con distintos especialistas. Lo mismo puedo decir respecto a mi marido, que además de padecer una enfermedad incurable y degenerativa tiene incontables problemas de salud.
Respecto a mis padres, en general también ha sido correcto el trato, aunque en su caso han sido personas con una salud casi de hierro que hasta hace muy pocos años ni iban al médico ni se tomaban una pastilla. Al rey lo que es del rey, pero todo lo bueno no puede obviar lo malo. El caso es que hace unos meses a mi madre, que tiene 84 años, le salió una verruga en un dedo de la mano. En principio no le dimos mayor importancia hasta que ésta empezó a crecer rápidamente (hoy en día tiene casi 2 centímetros de longitud).
El 17 de noviembre del año pasado llevé a mi madre al médico de cabecera y él consideró, como no podía ser de otra manera, que tenía que verla el especialista en Dermatología. Pero resulta que desde la llegada de la Pandemia (y no sé por qué razones) al dermatólogo no te deriva el médico de cabecera y ya está (como hace con el resto de especialidades).
No señor. Ahora el médico de cabecera tiene que mandarle al dermatólogo fotos de las lesiones que tiene el paciente en la piel, que el dermatólogo las examine y le mande al médico el tratamiento correspondiente. Solo si el caso es muy grave o el paciente no responde al tratamiento prescrito “se supone” que te da una cita presencial. Sinceramente espero que el caso de mi madre no sea nada maligno (eso nunca se sabe), pero una verruga que te impide llevar una vida normal me parece más que suficiente para que el médico especialista la vea. Pues ni tratamiento ni cita. Un mes, dos meses… y nada.
En este tiempo habré hablado con el médico de cabecera no menos de 5 veces, para reclamarle. Él en principio me dijo que tuviera paciencia (de acuerdo), luego que iba a reclamar otra vez la cita (vale) y, por último, hace pocos días, me aconsejó que pusiera una reclamación porque la situación era inadmisible y que él mismo tenía otros pacientes que llevaban meses y meses esperando una cita de dermatología. Ya he dicho que no me gustan ni poco ni mucho ni nada los conflictos (nadie me puede acusar de peleona ni de buscar enfrentamientos) pero consideré que había llegado la hora de reclamar.
Ayer mismo fui al hospital para poner la reclamación pero no me dejaron hacerlo porque no iba mi madre, necesitaba llevar una autorización de ella, su DNI, mi DNI… en fin, facilitándole la vida a una mujer de 84 años. Esta mañana he decidido poner la reclamación online, para evitar papeleos y desplazamientos. La reclamación ha tenido entrada en el registro digital a las 12:48 y ¡oh, milagro! a las 13:25 me han llamado para darme la cita, concretamente para este próximo martes 14 de febrero. ¿No es una vergüenza?
Que mi madre lleve casi 3 meses esperando una cita y que en el momento en que pongo una reclamación se la den ipso facto y para dos días después. ¿En qué clase de país vivimos? ¿Cuántas personas están esperando una cita médica y se pasan meses y años sin obtenerla? ¿Cuántas no morírán -especialmente los mayores- esperando esa cita que nunca llega? ¿Cuántas personas mayores no tienen la posibilidad de reclamar porque no saben cómo hacerlo ni tienen a nadie que pueda hacerlo por ellas?
Lo digo y lo repito: estoy infinitamente agradecida a nuestra Sanidad, pero hay casos verdaderamente sangrantes. Desde luego el de mi madre no es ni mucho menos el más grave, pero sirve de ejemplo del poco interés por atender adecuadamente a los ciudadanos, especialmente a nuestros mayores.
Comments