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Foto del escritorAna Isabel Rodríguez

¡CUIDADO! Mojácar te atrapa y te impide escapar

«Monxacar» (monte Sagrado), Murgis-Akras (altura), Mojácar. Es lo mismo. Un bello pueblo almeriense con mil años de historia. En el pasado alcanzó su máximo florecimiento durante el Califato de Córdoba. Actualmente, está incluido en la red de los Pueblos más Bonitos de España. En su futuro se escriben largos días soleados, el perfume de las flores y un delirio marítimo inmensamente azul. Podemos dividirlo en Mojácar Pueblo y Mojácar Playa, separados por 3 km de distancia.


Mojácar Pueblo está inundado de historia y encarna la ciudad antigua. Se eleva sobre una colina que, originariamente, servía para avistar a los enemigos que enturbiaban el mar; manchando de robos y fechorías la localidad. Sobre dicha colina se asienta una masa de casas blancas, a juego con las nubes que navegan en su colosal cielo celeste. En su interior alberga un enjambre de calles estrechas y laberínticas, incluso hay una que se llama Salsipuedes. Ciertamente, Mojácar hace que deseemos no salir de allí. Quisiéramos quedarnos atrapados entre sus pintorescos indalos y la alegre algarabía de sus flores que asoman por los balcones. Colorean de vida la palidez de las paredes. Antiguamente, la única vía de acceso al pueblo era la Puerta de la Ciudad (Puerta de la Almedina), que estaba conectada con la muralla. Se reconstruyó en el siglo XVI y nos muestra el escudo de Mojácar. En él resalta un águila de dos cabezas que pertenece a la casa de los Austrias. Fue un obsequio otorgado en reconocimiento a su lealtad en la batalla de las Alpujarras.


Una de las zonas más auténticas y llenas de encanto es el Arrabal. Encontramos rincones angostos y una explosión de colorido. Hasta el siglo XVII era el barrio judío, excluido de las murallas. No cometas el error de excluirlo de tu visita. A quien seguro que verás es a la estatua de la Mojaquera. Sostiene un jarro de agua sobre su cabeza y va vestida con mármol blanco de Macael. Nos oculta parte de su rostro. No lo hace con una mascarilla, sino con un pañuelo. Tal y como solían hacer las mujeres antiguamente. También encontraremos varias plazas interesantes. La Plaza del Parterre fue una necrópolis árabe. Aparece acompañada de plantas, arcos de herradura y una imagen de la Reconquista. Igualmente, tenemos la Plaza Nueva que nos brinda un mirador increíble. Sus vistas enlazan las sierra con los pueblos aledaños y el mar. Si queremos contemplar las vistas del pasado, podemos acudir a la casa de la Canana. Un viaje ubicado a un siglo de distancia y que recrea cómo era el típico hogar mojaquero. También podemos observar un árbol centenario que hunde sus raíces en la Plaza del Ayuntamiento. Fue exportado desde América. Ha viajado a través de los continentes, a través de las décadas.


Asimismo, la historia de Mojácar se refleja en su Fuente Mora. En el siglo XV Alavez, gobernador árabe, se negó a renunciar a Mojácar. También rehusó luchar contra los Reyes Católicos. Expresó su deseo de que todos los habitantes fuesen tratados como hermanos en vez de como enemigos. Juró lealtad, ganando paz y armonía. Jamás fue exiliado. Existe una placa que revive este suceso histórico. Sin duda, Mojácar te encantará. Todos quieren venir aquí pero nadie quiere marcharse. A Mojácar le regalaron su último aliento artistas como Fritz Mooney, Henry Higgins, Paul Beckett, Win Wells…etc. Sus voces callaron, reflejando el silencio, pero su influencia siempre será eterna. Por otro lado, Mojácar Playa es la zona que tiene más vida. Constituye el epicentro del turismo y la marcha nocturna. Incluso la llaman la Ibiza del Sur. Despliega una variada oferta de discotecas, chiringuitos, restaurantes y hoteles. También cuenta con un parador inaugurado en los años `60. De sus 17 km costeros, 7 km han obtenido la Bandera Azul (Playa de Marina de la Torre, Venta del Bancal, Cantal…). Mojácar también nada entre la calma y el sosiego a través de hermosas playas (El Algarrobico, El Sombrerico…). Cada una de ellas te muestra una razón para que te quedes, un motivo para que jamás te marches. Si vas a Mojácar, ten mucho cuidado porque…¡puedes enamorarte!

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