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Foto del escritorAna Isabel Rodríguez

Los refugios de la guerra civil: un túnel hacia el pasado

Los Refugios de la Guerra Civil son uno de los enclaves turísticos más importantes de Almería, respaldados por casi un siglo de historia y las reminiscencias de un pasado trágico que estremece todavía.



Fueron construidos por el arquitecto almeriense Guillermo Langle Rubio y son uno de los refugios más grandes que podemos visitar en toda Europa. Originariamente contaban con 4,5 kilómetros de longitud, de los cuales, hoy en día podemos recorrer casi un kilómetro. Se trata del túnel más largo que había, el que yace justo debajo de nuestros pies cuando caminamos por el bullicioso Paseo de Almería.

Tras estallar la guerra en julio de 1936, se planeó su construcción pero ésta no se emprendería hasta 1937. Se había creado la inexorable necesidad de cobijar a la población y socorrerla ante las truculencias bélicas. Contaron con espacio suficiente para refugiar a unas 40.000 personas. Sin embargo, la población almeriense alcanzaba los 50.000 habitantes. El resto de personas tuvo que huir de las bombas y su vorágine destructora ocupando cuevas, minas o sótanos de almacenes y fábricas. Quedarse en casa podía suponer un suicidio.

Los Refugios eran una especie escondite pero, por desgracia, no se trataba de ningún juego. Allí había muchos niños que ni siquiera sabían lo que significaba una guerra pero no tardarían en aprenderlo. En sus muros aún están tatuadas las huellas de su estancia encarnando diversos dibujos, señales y garabatos. Mientras, las bombas seguían cayendo como una lluvia implacable que asolaba la ciudad, la provincia, el país entero… 754 bombas cayeron una tras otra, imparables. Bombas que actuaban cicatrizando el tiempo, amedrentando el espacio, aniquilando cuerpos. De todas ellas 52 tuvieron como destino nuestra tierra. Por encima de todo, Almería actuó con valerosidad y valentía, luchando hasta el último aliento. Fue la última capital que resistió ante el empuje franquista.



La idea de refugiar se basa no solamente en cobijar sino, sobre todo, en salvar vidas. Por lo tanto, en el interior de Los Refugios había un quirófano para salvar a quienes habían llegado allí en un estado crítico. Este quirófano pretendía extirpar todas las adversidades. Por ello, poseía un sistema que permitía seguir utilizándolo incluso si se producía un corte en el suministro eléctrico.

Al parecer, estos refugios llegaron a contar con un centenar de entradas. Muchas de ellas eran cómplices de un hermético secretismo. En contraposición, algunas casas poseían accesos propios claramente indicados para que cualquiera pudiera utilizarlos. Se sabe que tanto el Ayuntamiento como diversas iglesias contaban también con entradas privadas.

Cuando el estruendo de la guerra y el peligro fueron amainando, los accesos se cerraron, queriendo cerrar tras ellos los recuerdos de esta pesadilla enterrada en el fondo de la tierra. Algunas de las entradas desembocaron en los kioscos que hoy conocemos (Plaza Urrutia, la Calle Conde Ofelia, la Plaza Virgen del Mar… etc).

No obstante, el pasado nunca queda atrás. Siempre permanece, siempre nos acompaña aunque no lo percibamos. El año 2001 nos condujo nuevamente hacia Los Refugios. Al realizarse unas obras para un parking, se toparon directamente con ellos. Posteriormente, en diciembre de 2006, Los Refugios abrieron sus puertas a la población por motivos muy diferentes. Ya no había peligro del que huir. Esta vez la puerta se abrió para dar a conocer la historia que jamás debió de ocurrir y que nunca logró sepultarse.


Si decides visitar Los Refugios, es aconsejable que saques las entradas con antelación. Las visitas son guiadas y el espacio está habilitado para personas discapacitadas. Invertirás algo más de una hora de tu tiempo y solamente tres euros de tu presupuesto. A cambio rescatarás la memoria histórica de las garras del olvido. Para conocer bien Almería hay que descubrir su historia, la más brillante y la más oscura.

Podrás visitar muchos monumentos mucho más bonitos, recargados y coloridos pero, a veces, una imagen en blanco y negro es capaz de lucir con mucha más intensidad. Su entramado de pasadizos subterráneos y el simbolismo que desprenden marcarán en ti una huella imborrable. Ecos del pasado que viajan hasta el presente. Lugar sombrío y estrecho donde cabe el conocimiento de una época históricamente impactante.

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