Las migas están muy relacionadas con la provincia de Almería. Se vinculan a su gastronomía, cultura, tradición e incluso geografía (han cedido su nombre a lugares como el Barranco de Gachas Migas, localizado entre Mojácar y Carboneras, o Loma de Migas, que se encuentra entre Vícar y Felix). Seguro que, muchas veces, te has preguntado por la historia de las migas o por la curiosa tradición que tenemos en Almería de tomarlas en días lluviosos. ¿Sabes la razón?
Se dice que la gente que vivía en el campo se encontraba un tanto aislada. Cuando llovía con intensidad, no podían salir a comprar. Por consiguiente, tenían que conformarse con comer las provisiones almacenadas. Eran tiempos difíciles en los que el ingrediente principal era el hambre. Muchos tenían que conformarse con pan duro. Otros sacaban la harina. Algunos contaban con los productos de la huerta que cultivaban. Los más afortunados conservaban morcilla o chorizo de la matanza. Con estos productos comenzaron a elaborarse las migas. Asimismo, al ser un alimento muy calórico, se adaptaba a la perfección a los días grises que difuminaban las ganas de salir y ahuyentaban el impulso de mojarse cantando bajo la lluvia.
Por otro lado, Almería siempre ha sido una tierra mimada por el sol y rechazada por la lluvia. Por eso, llover era un acontecimiento digno de celebración y agradecimiento. La lluvia encarnaba la promesa de prosperidad para las tierras. Estos días, familiares y amigos se reunían haciendo migas en torno a una chimenea. Éstas debían de quedar sueltas y bien desmigadas. Eso se conseguía con un buen baile entre la paila, la rasera así como la mano que las meneaba con ritmo y gracia. Una vez terminadas, se colocaban en la mesa y todos comían sobre la paila donde se habían cocinado. Personificaban la unión, alegría y el acto de compartir. Con este ritual las migas destellaban un sabor especial, rústico, auténtico, mágico.
Hasta el siglo XX, las migas se consideraban un plato relacionado con los pastores y agricultores. Por si acaso llovía mientras estaban trabajando, solían llevar un zurrón o una zamarra que contenía ajos, aceite y cuscurros de pan o harina. Entonces tenían que ingeniárselas para buscar una guarida (cueva, cortijo, corral…). Una vez dentro de su “madriguera”, encendían un fuego y cocinaban migas viendo la lluvia caer.
Muchos han visto en la cocina andalusí a los antepasados de nuestras migas. Tras la expulsión de los moriscos, los Reyes Católicos prohibieron sus tradiciones y costumbres. Afirman que las migas constituyeron una forma enmascarada de comer el cuscús. Por su parte, los cristianos comenzaron a añadirle a las migas productos derivados del cerdo. Su objetivo era acentuar las divergencias con los árabes.
Igualmente, hay teorías que apuntan a que las migas descienden de un guiso con pan y cordero llamado tharid. Al parecer, era la comida favorita de Mahoma. Se trataba de un plato utilizado para agasajar a las clases altas de la sociedad musulmana. Con el avance del tiempo, ganó humildad y perdió humedad.
Otros argumentos retroceden aún más en el tiempo. Relacionan las migas con las gachas que tomaban los legionarios en el Imperio Romano.
Sea como sea, las migas se convirtieron en una comida básica en el mundo rural, que les permitía hacer frente a las duras labores agrícolas. Los ganaderos y sus vías pecuarias fueron los responsables de que las migas “colonizaran” diferentes lugares de España e incluso Portugal. Posteriormente, las exportaron a Filipinas. Allí las llamaron “paralosdos”, haciendo hincapié en el hecho de compartir. Curiosamente, en este país existe un municipio llamado Almería.
A decir verdad, podemos encontrar muchas variedades de migas: manchegas, aragonesas, extremeñas, andaluzas, gachasmigas (Murcia), alentajanas (Portugal), turriyones (Zamora), migas canas, migas de gato, etc. Por supuesto, en Almería también tenemos nuestras migas autóctonas. Si bien la engañifa es parecida a la que ponen en otros sitios (sardinas, boquerones, tocino, chorizo, pepinos, rábanos, tomates, pimientos secos, ajos, etc), la peculiaridad radica en que no se elaboran con pan, sino con harina de sémola de trigo. Es un tipo de harina con mayor grosor y que posee un color amarillento. ¡Están muy pero que muy buenas! ¡Como las migas de Almería no hay otras!
¿Y tú? ¿Haces buenas migas con las migas? ¿Cómo prefieres comértelas?
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